En las fachadas, Gaudí recurre a la arquitectura oriental, islámica y mudéjar, y al contraste entre materiales. Combina hierro, cerámica, ladrillo y madera con un resultado exuberante lleno de color.
Destaca el revestimiento cerámico, donde combina a modo de damero, azulejos de color verde y blanco con los azulejos decorados con clavel de moro, seña de identidad de esta casa Patrimonio Mundial de la Unesco.
La fachada del jardín se estructura en tres niveles horizontales. El primero corresponde a las estancias de la planta noble, donde destacan la gran tribuna con porticones basculantes, una fuente y un friso superior con esgrafiados que remiten a las orientaciones de la casa. El segundo nivel, que alberga las estancias de noche, está presidido por el balcón del dormitorio principal. Por último, en el nivel superior, se sitúa el desván. Gaudí logra en este espacio un gran dinamismo con el juego de entrantes y salientes arquitectónicos de la galería que desembocan en un contraste de luces y sombras.